lunes, 19 de marzo de 2012

Aspirar a la Guerra


Por Laura Luna


La capacidad para obtener noticias es esencial para desenvolverse en cualquier área periodística, pero algunos de los sueños más románticos para unos pocos egresados es ser corresponsal de guerra. Estar en las trincheras, que tus fotos se conviertan en símbolos internacionales de una batalla, las carreras que tienes que correr por emboscadas, llegar a tiempo para enviar información al país de origen, el compromiso informativo con las víctimas indefensas entre muchas otras cosas más suponen retos que no cualquiera pudiera llevar a cabo. No obstante existen alumnos que quisieran aspirar a la guerra.


Existen los doctores, existen los abogados, existen los dentistas y todos y cada uno de ellos hacen su tarea. Tienen su estilo para tener la vocación y ayudar a la sociedad, pero también existen aquellos que son periodistas y corresponsales de guerra, esos que nos muestran la historia desde dentro, que ven imágenes que nunca antes podríamos haber imaginado, ese tipo de profesionales son los que se necesitan en la sociedad para que nos cuenten cómo va el mundo.

Un corresponsal de guerra es aquel profesional que se va a una guerra, de ahí el nombre, para contar a través de los medios de comunicación como se vive la guerra.

¿Sacar la fotografía o ayudar?

Una respuesta un poco difícil, ayudar primero por supuesto no es tan fácil, existen conflictos de los cuales si formas parte de ellos la vida del periodista podría correr peligro, además de que a quien quieras ayudar ya esté muerto y no haya mucho por hacer, yo estoy a favor que el fotógrafo se limite a hacer la foto y mostrarla, ya que pudiera tener más peso enseñar la foto que hacer algo por una persona que te necesita.
Podríamos verlo del lado sociológico que dice que cuando un individuo se introduce personalmente en su campo de estudio, con su sola presencia lo altera.


Ayudar o apretar un botón. Las imágenes dejan muy claro lo que se quiera dar a conocer. Tal vez no ayudar a la persona sería saltarse un código deontológico del periodista y podríamos pensar que antes de ser periodista somos personas. Podríamos denunciar la pasividad de los fotógrafos que se limitan a dar un testimonio de la muerte.

A veces solo nos queda esperar que algún día, no haya tanta violencia que fotografiar y que el lenguaje verbal parezca  menos efectivo que el visual, hay quienes prefieren ayudar y luego contarlo pero hay quienes toman una foto y dejan que la imagen diga lo que esta contando.