Por Laura Luna
La capacidad para obtener noticias es esencial para desenvolverse en cualquier
área periodística, pero algunos de los sueños más románticos para
unos pocos egresados es ser corresponsal de guerra. Estar en las trincheras,
que tus fotos se conviertan en símbolos internacionales de una batalla, las
carreras que tienes que correr por emboscadas, llegar a tiempo para enviar
información al país de origen, el compromiso informativo con las víctimas
indefensas entre muchas otras cosas más suponen retos que no cualquiera pudiera
llevar a cabo. No obstante existen alumnos que quisieran aspirar a la guerra.
Existen los doctores, existen los
abogados, existen los dentistas y todos y cada uno de ellos hacen su tarea.
Tienen su estilo para tener la vocación y ayudar a la sociedad, pero también
existen aquellos que son periodistas y corresponsales de guerra, esos que nos
muestran la historia desde dentro, que ven imágenes que nunca antes podríamos
haber imaginado, ese tipo de profesionales son los que se necesitan en la
sociedad para que nos cuenten cómo va el mundo.
Un corresponsal de guerra es aquel
profesional que se va a una guerra, de ahí el nombre, para contar a través de
los medios de comunicación como se vive la guerra.
¿Sacar la fotografía o ayudar?
Una respuesta un poco difícil,
ayudar primero por supuesto no es tan fácil, existen conflictos de los cuales
si formas parte de ellos la vida del periodista podría correr peligro, además
de que a quien quieras ayudar ya esté muerto y no haya mucho por hacer, yo
estoy a favor que el fotógrafo se limite a hacer la foto y mostrarla, ya que
pudiera tener más peso enseñar la foto que hacer algo por una persona que te
necesita.
Podríamos verlo del lado sociológico
que dice que cuando un individuo se introduce personalmente en su campo de estudio,
con su sola presencia lo altera.
Ayudar o apretar un botón. Las imágenes
dejan muy claro lo que se quiera dar a conocer. Tal vez no ayudar a la persona
sería saltarse un código deontológico del periodista y podríamos pensar que
antes de ser periodista somos personas. Podríamos denunciar la pasividad de los
fotógrafos que se limitan a dar un testimonio de la muerte.
A veces solo nos queda esperar
que algún día, no haya tanta violencia que fotografiar y que el lenguaje verbal
parezca menos efectivo que el visual,
hay quienes prefieren ayudar y luego contarlo pero hay quienes toman una foto y
dejan que la imagen diga lo que esta contando.
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